Sabes que te recibí con poco o nada de
expectativa. No estaba en mi mejor momento. Aun me sacudía los restos de una
relación y terminaba de ordenar las ideas que había decidido conservar. Dos
días antes de tu llegada no tenía idea de lo que iba a hacer, ni planes de verano,
y sin embargo, las circunstancias hicieron que terminara alquilando casa de
playa con casi puros extraños y recibiendo el año prácticamente “porque sí”. Es
curioso pero siempre he pensado que cómo recibes el año (o te permites recibirlo)
es como será ese año para ti. Esa vez decidí seguir el sabio consejo de mi
psicóloga y me dejé llevar por lo que se fue dando. Cuando me preguntaba “¿por
qué?” comencé a responderme a mí misma “y, ¿por qué no?”.
Normalmente trato de tener todo un
poco más en orden cuando recibo un nuevo año, o al menos tener cierta claridad
de lo que quiero conseguir o hacia dónde debo enfocar mi energía y esfuerzo. Cuando
te recibí, estimado 2012, sólo tenía una decisión tomada, y era laboral. Todo
lo demás era incertidumbre y, extrañamente, no me molestaba porque quería exponerme
a ese no saber qué va a pasar. Tal vez estaba cansada de tener todo planeado
por tanto tiempo, y dejarme llevar por la vida parecía tan arriesgado como
emocionante. Finalmente, no tenía mucho que perder.
La decisión de cambiar de trabajo
venía con la decisión de alejarme de un entorno familiar y de amistades
construidas por 5 años. Tenía miedo pero tenía muchas más ganas de volver a
empezar. Sabía que los amigos verdaderos no conocen espacios laborales ni huso
horario, así que seguirían en mi vida con la misma facilidad con la que
entraron a ella. Y así fue.
En general, estimado 2012, el cambio laboral
fue positivo. Aprendí mucho más de lo que imaginé, hasta de otros rubros. Me
encontré a una Carla más profesional, más segura, con valores y ética
clarísima, y sin miedo a decir “no” cuando era necesario. En el último
trimestre me tocó vivir y sobrevivir el que llamaría “el gran reto”, y confieso
que hasta yo misma quedé sorprendida de la tranquilidad con la que lo he
manejado. Si estuvo bien o mal sólo lo dirá el tiempo, y no me asusta.
Más allá de algunos temitas de salud,
felizmente en casa hemos estado bien y muy unidos. Decidí este año evitar los
viajes para descansar un poco de tanta locura. Lamentablemente, mi hijo lo
extrañó mucho y confieso que yo también. Me he dado cuenta de que parte de lo
que me define es viajar, conocer y desconectarme un poco de todo, así que nunca
más dejaré de viajar, al menos por voluntad propia.
Y claro, estimado 2012, el uso de un
hashtag como título del post se refiere a la gran influencia que tuve de twitter.
Muchos amigos piensan que influenció demasiado, y es probable que tengan razón.
Yo creo que me dio una visión mucho más amplia de la realidad y, especialmente,
de las personas. A través de twitter he conocido a personas maravillosas de las
que he aprendido mucho; así como personas olvidables, ya sea por intolerantes,
soberbias o malcriadas. He recibido cumplidos, palabras de apoyo, intentos de
gileo y propuestas divertidas; pero también comentarios ofensivos y hasta
insultos que jamás se me hubieran ocurrido. He visto como se indignan por temas
que nos afectan como comunidad, y también como algunos intentan destruir imágenes
y autoestimas, con nombre y apellido, sin el menor remordimiento y escudados en
el anonimato que esa red les permite. Para mí, twitter es como la vida misma.
Es una muestra de lo que opina la gente y de como algo puede ser tendencia un
minuto (todos hablan de eso) y al siguiente olvidan por sintonizar su programa
favorito. Ni malo ni bueno, simplemente así es.
En lo personal, estimado 2012, fuiste
un pase de vueltas. Metiste en mi vida a personas que sabías que vería como muy
diferentes a mí, y que resultaron siendo indispensables. Personas que me
recordarían muchas cosas que me gustaban y que había olvidado; y otras que me
enseñarían muchísimo, tal vez algo más de lo que hubiera querido aprender. Hubo
promesas incumplidas, palabras que se llevó el viento, besos robados y encuentros
perfectos que nunca sucedieron, pero también abrazos deliciosos, miradas
cómplices, besos apasionados y caricias que decían más que esas palabras que
nunca escuché. Mientras pasaba todo esto, no podía dejar de preguntarme qué más
tendrías preparado para mí, estimado 2012, y nunca dejaste de sorprenderme. Fui
la chica tranquila, la loca juerguera, la amiga incondicional, la amante
clandestina, la mujer invisible y la sonsita crédula a la que, nuevamente, le
rompieron el corazón.
Finalmente, estimado 2012, por todo lo
aprendido podría decir que el balance es positivo. Espero haber estado a la altura
de los retos que me planteaste. Creo que recibiré a tu amigo 2013 en
circunstancias similares a las tuyas, con la diferencia de que presiento que
será especialmente importante para mí. Te dejo pasar a mis recuerdos tranquila,
y me quedo con esa buena costumbre que adopté contigo, en la que cada vez que
me preguntaba “¿por qué?” me respondía “y, ¿por qué no?”.
#Bienvenido2013
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