lunes, 30 de julio de 2012

La hora del break

Cuando era niña y estaba en el colegio había días en que estaba hastiada de todo. Las horas de clase se hacían eternas y nada me emocionaba. Garabateaba una hoja de papel mientras dictaban clase, pero igual no pasaban más de 5 ó 10 minutos. Quería salir corriendo y no podía, me sentía atrapada. En esos momentos, en que estaba aburrida hasta la punta de mi corbata escocesa, sólo podía esperar con algo de emoción el recreo, que en mi colegio llamaban “break time”.


El amor y las relaciones son una montaña rusa emocional. Y si no te gustan las montañas rusas, te jodiste. Te guste o no, si decides tener una pareja e involucrarte emocionalmente (como debería ser) vas a vivir momentos maravillosos donde escucharás pajaritos cantar y pensarás que eres la persona más feliz del mundo, y otros en que estarás moqueando desesperado/a, esperando que responda tu llamada o aparezca el doble check del whatsapp (que, por cierto, no significa que leyó el mensaje). Estas “subidas y bajadas” son normales, siempre y cuando se mantengan en un rango no-patológico. Cuando desarrollas una suerte de adicción a las embriagadoras “subidas”, que generalmente vienen después de las grandes “bajadas”, tienes el primer síntoma de estar en una relación patológica. Mantén la calma. Coge tu teléfono y llama a tu psicólogo de confianza. ¡Llame ya!

Pero también, entre las subidas y bajadas habrán momentos en que estarás harto/a y pensarás creativamente en una de las “1000 maneras de morir” que mejor se ajuste a tu pareja. No se escandalicen, Es bromita. Y en el peor de los casos, te aburrirás y sentirás la necesidad de querer salir corriendo, y no podrás. Te comenzarás a sentir atrapado/a y hasta angustiado/a, dudando de lo que sientes. De pronto, vendrá a tu mente ese recurso casi desesperado que puedes utilizar como cartabajolamanga: “necesito un break”.

Break. Un nombre muy ligero (y alienado) para una situación muy densa, con pronóstico “reservado”. Un break es querer/necesitar un tiempo-fuera, un “respiro”, espacio, estar solo, querer pensar, encontrarse a sí mismo, y todos los etcéteras que cada uno de nosotros conoce muy bien. Básicamente consiste en que el que pide el break quiere interrumpir el ritmo de pareja que ha mantenido la relación hasta ese momento para alejarse y poder pensar “objetivamente” en la razón por lo que quisiera continuar en esa misma relación. ¡Ah! Y, todo esto, sin dejar de ser enamorados. Algo así como ponerle pausa a una película, pedir un “chepi” o “chepi bola” a tus amiguitos, “un comercial… y regreso”.

El tiempo de este break es relativo y, en mi opinión, el principal factor de tortura para quién es “victima” del break. Me parece que generalmente no se le pone un tiempo de duración, porque estarías quitando el factor “libertad” de este recurso. Sin embargo, debo decir que eso es maldad pura purita. ¿Qué se supondría que debe hacer? ¿seguir enamorada/o o comenzar a desenamorase? ¿olvidarse de su relación y sus planes en pareja o dejar de pensar en eso como si nunca pasó? ¿salir con amigas/os solteras/os o quedarse en casa sola/o y llorar? Es decir, tú me pides un break, y yo tengo que poner mis sentimientos “on-hold” hasta que decidas si quieres o no seguir conmigo… Congela la lágrima mamita/papito, y sigue viviendo como si nada ha pasado… ¿¿¿whaaaaatttt??? ¿Una semana? ¿dos semanas? ¿un mes? No way! No exagero. Es un verdadero infierno emocional por la maldita incertidumbre de no saber qué va a pasar. Lo mínimo que podría exigir alguien que se quiere es que (al menos) le digan cuánto tiempo debe “esperar”. Es lo justo, pe varón.     

Además, no tengo muy claro el objetivo real de este tiempo/periodo en el que “sí, aún estamos, pero no me llames”. Seamos honestos. ¿Cuánto tiempo de “aire” necesitarías para tener una idea,  respuesta o señal sobre qué hacer con tu relación? Lo más probable es que pasen un par de semanas y ya comiences a extrañar y sientas que debes volver… pero eso será sólo tu falta de costumbre a estar sólo/a, y eventualmente caerás en el mismo círculo pre-break. Ahora, si te tomas el tiempo y no lo/la extrañas nadita en más de dos o más semanas y, por el contrario, estás más feliz que chancho en el lodo, creo que tienes la respuesta que buscabas y deberías hacérselo saber rápido a quién aún espera tu respuesta.  

Y es que llegar a tener que considerar “tomarse un tiempo” no puede ser fácil. Bueno, no debe ser fácil. Lo importante es que siempre se mantenga el respeto por los sentimientos del otro, y se deje las razones y reglas claras para que tu pareja también se tome el tiempo para revisar si hay algo que podría mejorar, y así convertirlo más en una pseudo “decisión de pareja” que una imposición unilateral. Hasta suena más bonito.


Esta triste canción de Gianmarco y Alejandro Sanz nos cuenta muy bien porque a veces se necesita un break. Tortúrense.
"Dejemos tiempo al tiempo
volvamos a extrañar
tomar un nuevo aliento
Respirar, respirar
Dejemos tiempo al tiempo
no vuelvas a pensar
paremos un momento al respirar"





domingo, 22 de julio de 2012

Esa tortura llamada “limbo sentimental”

Una de  las grandes “epidemias apocalípticas” que atacan actualmente a hombres y mujeres por igual, es el miedo al compromiso. Y no me refiero únicamente a comprometerse para casarse, ojo, sino más bien a todo lo que implica tener un compromiso sentimental con alguien.

Supongamos que, por esas cosas locas de la vida, los astros se alinean, hay luna azul, clasificamos al mundial (ok, la última no) y finalmente conoces a un chico simpático, agradable, con pinta de caballero, que muy galantemente te invita a salir. Sorry por romperles el globito, pero si me preguntan la “invitación a salir” es otro drama. Es el primer eslabón en una cadena de autocuestionamientos a todo nivel, que muy probablemente traerán cola (léase resaca emocional).

Entonces, la parejita quiere salir y conocerse. Se mensajean o whatsappean. No, ya no se llaman. Chatean, y proponen verse en algún lugar bonito para conversar, conocerse y blablablá. La impersonalidad de estas herramientas hace que ellos y ellas puedan escribirse sin ningún tipo de compromiso. Todo es súper informal. El plus, es que ninguno escuchará la voz emocionada y nerviosa del otro, y no habrá silencios incómodos. Hoy por hoy estos gadgets son un MUST en el dating game. ¿Qué? ¿No tienes whatsapp? ¿No tienes Facebook Messenger? ¿¿¿Tampoco un smartphone??? Rey, reina: te informo cariñosamente que estás fue-ra-del-jue-go. ¡Estamos en el 2012! Ubicaína, por favaaaarr!

Llega el gran día y no sabes que carajos ponerte. Ella no quiere estar muy calata porque van a conversar y no quiere dar una impresión “equivocada”. Tampoco muy chacrosa porque él pensará que no te cuidas nada y eres la chimoltrufia versión 2.0. Verá mil opciones y dirá “¡no tengo nada que ponerme!”. Les hablaba de drama, ¿no? “¡Uy, carajo! ¿Estoy depilada?” Lo más probable es que no pienses tirártelo a la primera salida pero la verdad es que nunca sabemos qué nos podremos permitir después de unos cuantos vinitos. Ya te vi con la carita de “¿Yo? Nunca”. Por favor, ¡el que esté libre de pecado que tire la primera prenda! Acuérdate de mí.
Bueno, ella encuentra que ponerse, y si se depiló o no es su rollo. Finalmente, salen y la pasan genial. Conversan por horas y sienten que el tiempo quedó corto. Hubo un “click”. No puedes esperar a volverlo/a a ver. Pero, adivina que, no vas a tener ni puta idea de qué sintió él/ella realmente. Y, una de las reglas del juego (muy estúpida, por cierto) es no dejar entrever muy rápido que tienes interés, y para eso no debes escribirle/chatear al día siguiente, y esperar un tiempo “prudencial”. Todo con calma, todo cool, fresh, rico papito/mamita soy… tócame, que soy realidad.
Nos saltaremos las horas o días de desaparición de esa persona, hasta que vuelven a contactarse para salir nuevamente. “Bien, carajo, ¡de verdad le gusto!”… ¡STOP! Bá-ja-te, y bájate rápido porque aún no hay compromiso. El único “pseudo” compromiso que podría haber es que si no agarraron o tiraron en la primera salida, en esta hay muchas más posibilidades que así sea.

Termina la segunda salida, que más allá de que hayan agarrado o tirado (lo cual para efectos del compromiso, no significa nada), viene la etapa más complicada. Ese momento híper traumático donde se te asoma por primera vez esa escalofriante pregunta a tu mente: ¿somos algo? ¿qué somos? ¿estamos saliendo?...¿¿¿estamos??? Les dije que iba a haber drama, ¿o no?

Desde este momento la historia se puede convertir en un lindo cuento de novios, o una pesadilla de solteros/as. No nos engañemos. Si realmente nos interesa esa persona tendremos la necesidad verdadera de saber si él/ella está en la misma “sintonía” que nosotros. Y, en mi opinión, creo que es perfectamente normal.

Si decidimos seguir así, en saliditas sin compromiso por los siglos de los siglos, esperando hasta que el broder se “anime” o la reina pregunte, podemos perder muchos meses de nuestra preciada juventud y paz mental.
Esta frase se me viene a la mente: “Dime tu situación sentimental, y te diré si eres estable”. Porque, nos guste o no, ese no-saber-que-soy-para-él/ella es una tortura. Sentirás ganas de revisar muy bien su Facebook, ver sus fotos y te preguntarás, y especularás, y perderás concentración; sólo por no tener claro el “panorama”. ¿Aún no me crees? Si estas saliendo con alguien, completa esto y revisa tu nivel de “estabilidad”.

Favor ubicarse en el listado siguiente y marcar la alternativa que corresponda:
- No salgo con nadie y soy feliz = J
- He salido con alguien, pero no estamos “saliendo” = ¿?
- (Creo que) estoy saliendo con alguien, pero recién nomás = ¡!
- Estoy saliendo con alguien hace 2 o más meses = O.O
- No sé, la verdad. Salimos pero es algo así como una relación abierta = @.@

Mi consejo: mira cómo va el tema con esa persona y cuándo sientas que es el momento, pregúntale. Ojo que acá el que tenga la “sartén por el mango” será el primero que decida poner clara la situación y dejarse de “asumir” cojudeces. Quien haga esto puede ser cualquiera de los dos (sí, las chicas también). Ármate de valor y dile: ¿estamos “saliendo”? ¿somos exclusivos? ¿ves esto como algo serio ahora o a futuro? Segurito ya se les bajó la presión de sólo pensarlo, y tampoco deben preguntarlo la primera vez que se ven, pero por amor propio no debes dejar que pase el tiempo y mantengas esa incertidumbre.

Si te gusta esa persona y quieres algo más, ¡díselo! Lo peor que puede pasar es que te diga que no le gustas y que sólo eran “amigos” (que por cierto es floro barato y significaría que es un reverendo patán o una pobre cojuda). Mientras más rápido tengas certeza, más rápido podrás dejarte enamorar y disfrutarlo, o cerrar el capítulo y decir “¡NEEEEXT!”.


Las Supremes dicen que no se puede apurar al amor, y es cierto. Pero creo que podemos al menos preguntarle "¿qué onda?", jajaja.

domingo, 8 de julio de 2012

Vamos a “jugar”

En primer lugar, quiero disculparme por no haber posteado las semanas anteriores. Digamos que tomé un descansito que resultó muy útil, ya que tengo muchas más ideas para futuros posts.
Segundo, quería agradecer a Eduardo Adrianzen por la inmerecida recomendación de mi blog que hizo hace un par de semanas a sus seguidores en twitter. Fue un honor. Gracias miles.
Finalmente, gracias a quienes han entrado a ver si colgaba algo nuevo. Prometo hacer lo imposible para postear algo cada semana. ¡Gracias por leer!


Hace algunos años, cuando también estaba soltera, llegó el día en que me aburrí. La vida de soltera, llena de diversión, libertad y juerguita, terminaron por hartarme. Me había cansado de repetir mil veces lo mismo: salir a los mismos lugares, vestirme y producirme para cada salida, conocer a los mismos tipos de chicos y escuchar las mismas preguntas: ¿cómo te llamas? ¿cuántos años tienes? ¿qué haces por la vida? ¿dónde trabajas?, etc.
Hasta llegué a plantearme seriamente la posibilidad de elaborar una suerte de brochure o panfleto donde estuvieran resumidas todas las respuestas a esas preguntas que me hacen en el tan estereotipado momento de conocerse. La utilidad de esta propuesta hubiera sido absoluta, ya que ahorraría tiempo y esfuerzo a ambas partes. Para optimizar al máximo mi planeado brochure, en la parte inferior o final del texto incluiría este pequeño (pero muy útil) “disclaimer”:

“Abstenerse casados, comprometidos, enamorados (así estén ”en un break”), sacavuelteros, mitómanos, inseguros, controladores y patanes. Bajo ninguna circunstancia pretender falso interés, por su propio bienestar psicológico. Se ruega notificar si no te gusta bailar, tienes “dos pies izquierdos” y/o eres malo en la cama (favor considerar todo el feedback recibido en este campo).
Nota: Si sólo buscas un agarre o sexo casual, avísame a ver si estoy interesada.”

Pero, como toda iniciativa revolucionaria, fue muy criticada por mis amigas, quienes lo tomaban a broma y dejaban entrever en sus miradas que no debía hacerlo. Qué lástima.

En el punto más bajo de mi aburrimiento, decidí jugar a no ser yo. Usaba un apellido inventado y la vida de alguna amiga o amigo que conociera bien. Después, decidía el personaje: una cucufata que acababa de terminar con su único enamorado, una “come-hombres” declarada que lo único que quería era sexo (mi versión de Samantha Jones de Sex and the City), una desesperadita por casarse, y hasta la extranjera de visita por Lima. Eso sí, usaba mi nombre, si no hubiera sido muy difícil. Ay, ¡si pudieran imaginar lo divertido que es ver las reacciones de los chicos “en la cancha” con estos personajes! Hago una pausa necesaria para reírme a carcajadas de esos recuerdos realmente “priceless”.
Por supuesto que no “jugaba” esto cuando un chico parecía realmente interesante, pero la mayoría tiene prácticamente puesto un cartel que dice “te quiero comer”, así que no me perdía de nada. Sin embargo, debo confesar que algunas reacciones me sorprendieron, pero mejor les cuento para que saquen sus propias conclusiones:

La cucufata: Por más que intentaban agarrar conmigo, nunca atraqué. Les decía que no podía besar a alguien que no fuera mi enamorado, porque no era correcto. Los tres chicos que conocí y, con los que jugué este jueguito, lo tomaron como un reto. Me apretaban al bailar y yo les decía que me incomodaba tenerlos muy cerca y se alejaban pero volvían a hacer lo mismo al rato. Trataban de convencerme de que no tenía nada de malo agarrar, que yo gustaba mucho y que podían “ver” que yo era una chica especial. Floro misio del bueno. Unas joyitas.

La “come-hombres”: Esta versión fué un hit. Los dos chicos que conocí se rayaron. No sabían que hacer conmigo y las indirectas súper atrevidas que les mandaba. A los dos me los agarré y, sorpresivamente, me trataron súper bien, como a una “dama”. Qué ironía. Cuándo ya quería sacármelos de encima les decía “para ir a otro lado”, y podía ver en sus ojos que no sabían que responder. Inventaban alguna escusa y no atracaban. ¿Será que le gusta ser ellos los que hacen las propuestas? o ¿tal vez fui muy intimidante? Quién sabe…

La desesperadita: Esta era la más divertida. Me encantaba verles la cara cuando les pedía sus nombres para añadirlos a mi Facebook y les decía que quería llevarlos a una reunión de mis amigos en menos de 10 minutos de haberlos conocido. Hasta les decía que me iría de viaje y les preguntaba ¿me vas a extrañar? Pobres ilusos. ¡Salían corriendo espantados! Infalible para ahuyentar hombres.

La extranjera: La verdad no soy muy buena con los acentos, pero por trabajo tenía cierto contacto con colegas latinoamericanos. En el afán de ironizar al extremo el objeto de la infidelidad de mi ex enamorado, elegí ser una colombiana. Si me preguntan, he viajado a Colombia, tengo amigas y amigos colombianos a los que tengo mucho cariño, pero igual pienso que las colombianas hablan horrible, son fáciles y muy resbalosas. Sí, es prejuicioso y debería darme vergüenza y blablablá. Yo sé, de acuerdo pero, como les dije, mi ex me sacó la vuelta con una, así que no me pidan más de lo que puedo dar. Entonces, como la “colocha” conocí a un muchachito que se alucinó mal conmigo (o la turista, en todo caso). Bricherooooo. Llegó al punto de preguntarme mi hotel y mi número de habitación. Tuve que inventar que ya regresaba a mi país y le di mi disque número de teléfono en Bogotá (completamente inventado, claro). En su obsesión extrema por el acento foráneo, se ofreció a llevarme al aeropuerto y por supuesto, prometió ir a “visitarme”. Juro que ni siquiera tuve que esforzarme en parecer interesante. Bastaba con un poquito de acento al hablar y el broder se alocó. Mucha novelita colombiana, creo.  

Y así fué como momentáneamente supere el aburrimiento y pude convertir esta etapa en una de las más divertidas de mi vida. No tomaba en serio las salidas ni conocer a estos chicos, y actuar y pensar así siempre es liberador. Sin embargo, jugar esta “versión” también terminó por aburrirme, así que ya casi no frecuento estos lugares. He decidido no jugar más ningún juego. Me jode el estereotipo de la chica que espera a que me saquen a bailar y, como no soy buena esperando, si tomo la iniciativa resulto ser la loca fácil de la noche.
Es muy probable que pierda este “juego” por W.O. (walkover) y la verdad no me importa. Si llego a conocer a alguien supongo que será en alguna otra circunstancia más atractiva para mí. Mientras tanto, así, tranquilita, estoy mejor.
Esta canción resume bastante bien la "rutina" de la que me aburrí. Disfrútenla.


Incluyo esta canción de Lily Allen porque su letra es simplemente genial y refleja ese hartazgo que describo.

“Can't knock 'em out, you can't walk away
Try desperately to think of the politest way to say
Just get out my face, just leave me alone”